Bouake es un sitio extraño. Una ciudad fantasma de avenidas anchas y edificios abandonados. El paisaje bélico esta de moda en esta parte del planeta y la avenida principal se transforma en la pasarela perfecta para el paso de la colección “Conflicto Africano Invierno 2007”. Vuelven a imponerse los edificios bombardeados, el tradicional alambre de púas y los elegantes checkpoints.

Las fuerzas rebeldes patrullan la ciudad bajo el implacable sol del mediodía. Su transporte preferido es la moto y su mejor amigo una Kalashnikov. Juntos transitan valerosos las terrosas calles de Bouaké bajo seudónimos que alimentan su propio mito. Delta Anaconda, Clinton, Sherif Conan...

Veo una persona patinar en solitario en medio de la gran avenida. Viste rodilleras, coderas y hasta un distinguido casco que hace juego con sus Roller Blades. Como si se tratase de una postal de Beverly Hills se pasea con sus gafas oscuras dirigiéndose quien sabe donde.

Separo por un instante la vista de la ventanilla de nuestro transporte y me digo a mí mismo: “bienvenido a Bouaké”.





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