Ayamiken


La frontera entre Guinea Ecuatorial y Camerún es indivisible para el pueblo Pigmeo. Apenas un puñado de hombres y mujeres recuerdan e intentan mantener costumbres y valores de un pueblo en extinción. Su mítica invisibilidad queda trunca ante el avance de los Dioses de metal que día a día bañan la selva de asfalto.

Ayamiken es hoy la frontera tangible entre el mito y la realidad...

Solo resta esperar...























Atardeceres
con sabor a trópico...













Ceiba









Instantáneas



Malabo: la vieja y la nueva



Abibas



Malafashion



Corte y saldo



Acción!



Asonga room


Temporada de lluvias III


Vuelvo a Malabo. El avión realiza su último giro antes de aterrizar. A mi derecha, John, un americano de Texas con acento redneck descansa placidamente su resaca de vuelos transatlánticos. El Pico “Basile” nos da la bienvenida vestido a la moda “temporada de lluvias” y un anillo de nubes proteje la ciudad, al tiempo que el sol comienza su descenso hacia el fondo del mar.

Aterrizo. El avión abre sus puertas y noto que la gran mayoría de visitantes son empresarios y trabajadores blancos que al igual que John buscan los dólares del petróleo en todas sus variantes. Observo pasaportes y leo: Filipinas, Polonia, Malasia, Alemania, Estados Unidos, Colombia, Venezuela, España y por supuesto, Argentina.

La superficie de Malabo cambia de forma año a año pero en el fondo sigue siendo, citando a una escritora local, un bebé gruñón, rencoroso, con ganas de crecer precipitadamente y con un biberón enorme lleno de petróleo.















C
EREMONIAS

Acudí como cada mañana al bar de la esquina. El dueño me soltó - eres un tío de convicciones - al escuchar las palabras de siempre: "café con leche y croissant". Más que convicciones, pensé que se trataba de la falsa seguridad que brinda la cotidianeidad y para no defraudarla volví a sentarme en la misma mesa de siempre


Recordé que faltaba poco para volver a partir y apenas me había detenido en mis últimos viajes. Mientras la azúcar se sumergía en la nata intenté detener el paso del tiempo y revolví el pasado en busca de imágenes…


El avión aterrizaba y un cartel con nuestros nombres aguardaba a la salida de la aduana. El rey Mohamed VI se encontraba en la región y no había tiempo que perder sino queríamos quedar varados a la espera de la caravana de su majestad.


Miles de banderas flameaban ansiosas mientras los caminos eran custodiados por guardias simétricamente apostados cada 200 metros. Nuestro nuevo amigo bajo la ventanilla del auto y pidió consejo a uno de los policías sobre el camino a tomar. Un atraso del Rey en su pasarela jugaba a nuestro favor y el chofer no quería perder ni un solo minuto.


La carretera avanzaba elegante entre las sierras. A sus lados, las banderas y los guardias matemáticos continuaban adornando el paseo. Los pueblos preparados para la real ocasión, se asomaban al ver el reflejo de nuestro vehículo y comenzaban el ceremonioso aplauso que tibiamente se transformaba en desilusión al conocer el contenido del vehículo.


Las banderas a los costados dieron paso a los olivos, los guardias fueron sustituidos asimétricamente por frascos de miel y los arroyos atravesaron grandes valles dejando al descubierto la ciudad de Ifrane. Habíamos llegado a la "Suiza Marroquí", la ciudad de los techos a prueba de nieve y el lugar de veraneo de cientos de cigüeñas.



Deforestación


Lavage


Pharmacie


Diesel marroquí


Cigüeñas


Cigüeñas II


Ifrane University


Desierto verde


Camellos


Nómadas


Heidi marroquí


Antes del Cous-Cous


ahhh...turistas!




Fez


La ciudad medieval más antigua y grande del mundo nos daba la bienvenida. Una de las puertas de su muralla invitaba al laberinto de calles y sombras, dónde los aromas se mezclan y las sorpresas abundan. Estábamos en la medina de Fez y nos sumergíamos cautelosos en sus 187 barrios, centinelas del tiempo y el espacio…