¿Qué pensará?



El otro día salí a caminar por la ciudad buscando respuestas y lugares nuevos dentro de mi ya reconocido barrio. Hacía frío y el viento helado invitaba a esconderse en algún lugar cerrado que me protegiera de la naturaleza.

Al cabo de un rato ese lugar se transformo en cine. Una sala nueva para mi, donde la voz de la taquillera con tono de asombro me cuestionaba:

- ¿Una sola?

Asentí con la cabeza. Una sola entrada. ¿Debería explicar porque vengo solo? Me pregunto si es poco común ver a gente sacando entradas en solitario y para si mismo.

La película elegida era “Tierra” un documental que se arropa a la moda del global warming con su traje a prueba de cambios climáticos y un peinado al mejor estilo calentamiento global.

Para mi asombro y muy a pesar de la innecesaria voz en off que omnipresente y explícita debería pedir el retiro voluntario, pude sacar algunos detalles interesantes que quisiera compartir con usted.

Los documentales sobre la natura han desarrollado un cambio vertiginoso a lo largo de los últimos 50 años y ciertamente me resulta muy interesante. Haga memoria. Recuerde aquellas tardes en las que su madre lo sentaba frente a su mejor amigo y los programas como “El mundo salvaje de Lorne Green” o las fantásticas travesías del señor Jacques Cousteau nos enseñaban una naturaleza bucólica, colorida, mansa y caritativa con el ser humano. Pues señores y señoras; niños y niñas, esto a cambiado. Basta con ver los primeros minutos del documental “Tierra” para darse cuenta que esa ingenuidad se transforma en algo si acaso más cruel.

Hagamos algo de historia. El señor Walt Disney un buen día se levanto y se dio cuenta que aquellas imágenes de la naturaleza que en principio funcionaban como estudio para su trabajo de animación, podrían ser algo más que un simple borrador. Nacía así una serie de documentales sobre flora y fauna al mejor estilo Disney. Imágenes que no dejan de hacernos sonreír y que tienen como objetivo mostrarnos la belleza y la sabiduría de la naturaleza retratando a los animales como seres humanos burlescos.

Por su parte, la gente de National Geographic hacía tiempo documentaba en sus revistas a los habitantes del planeta tierra y en sus documentales intentaron emular aquellas imágenes con un aliciente: la naturaleza no se muestra tan bucólica como con el señor Disney y la lucha por la supervivencia siempre huele a muerte.

Jacques Cousteau en cambio, no solo había convertido nuestros televisores en peceras infinitas sino que había encontrado en la aventura, el condimento adecuado para sus investigaciones. Sus viajes se transformaron en mito y sus relatos volvían a recordarnos a Julio Verne o a La Odisea de Homero. El fondo del mar era un mundo cautivante y sus visitantes, seres extraños con trajes ajustados y barbas largas. ¿Quién no pensó en dejar toda la brutalidad de la ciudad y el bienestar familiar para embarcarse en el Calypso?

Decía, los documentales sobre naturaleza han cambiado. “Tierra” hace referencia y homenajea a los fundadores de aquellas imágenes pero a través de un hecho sustancial. La muerte rodea permanentemente la imagen de la tierra y la vida que antes era un derecho ahora se transforma en azar. Leones que atacan elefantes por hambre, osos polares que atacan morsas por el mismo motivo. Monos que caminan por el agua y ballenas que mueren atacadas por tiburones blancos. No hay presencia alguna del hombre y aunque nos basta con esa voz que continúa siendo pesada y pide a gritos ser callada por el rey de España, uno se da cuenta que la presencia humana es ni más ni menos que la muerte.

Ya no hay lugar para los Cousteau, sin duda serían considerados una banda de locos a bordo de un cacharro con nombre gracioso.







El baile de las grúas...

El horizonte se esconde mientras los gigantes de hierro comienzan su tradicional canto al atardecer...



La Barceloneta


La playa a veces no es más que un simple desierto en busca del mar…



Desierto



Metal



Oasis





Puntos cardinales


Estimados viajantes, una simple nota a la hora de elegir rumbo...

SUR, dirección que marca el crecimiento y la fructificación.
NORTE, dirección de la renovación, del conocimiento y la sabiduría.
ESTE, dirección de lo nuevo, de los comienzos, del nacimiento.
OESTE, dirección de la madurez, de la cosecha y de las recompensas.